Como muchos saben (y el que no, lo sabe desde ahora) mi época favorita del año es -sin duda -la navidad. De hecho cada año escribo sobre ella y cada año llego a nuevas conclusiones. La gente -aunque no quiera o no lo note -se comporta diferente, el cansancio de un año particularmente intenso hace que las defensas bajen, estamos más vulnerables y eso, de una u otra manera, nos vuelve más amables o más empáticos con los que nos rodean.
También están las relaciones fraternas, los padres que llaman a sus hijos sin motivo aparente para conversar acerca de la vida y los intereses, buscando informarse sobre cómo dar con "la sorpresa", con ese detalle que miras y dices "pero yo nunca lo pedí! cómo supiste que lo quería?" lo cierto es que pedimos, todo el tiempo, sólo que para variar no lo notamos, y eso genera que la gente que nos ama y ama sorprendernos se desarrolle un nivel de comprensión sin precedentes. Lindo.
Por mi lado está la Antonia, la Antonia que lo pide todo, pero en verdad no quiere nada, la Antonia que llega un día cualquiera y me dice "Mamá el viejo pascuero no hace los regalos -pero luego de que nota como sudo frío, termina diciendo -los hacen los enanos. En su taller." (Niños! son increíblemente literales!). La Antonia que encontraba el árbol de pascua súper lindo, pero me recordaba todos los días que no tenía una estrella. Sí, esa misma Antonia que AMA las galletas de navidad de envase rojo, o hacerlas ella misma con forma de niñitos y elefantes. Lo cierto es que la navidad con ella toma sentidos nuevos cada año, y no hablo del regalo prometido de esta vez (al cual me referiré en su momento), sino que al sentido de la navidad, que se modifica cada año, que se perfecciona, que adquiere nuevos detalles. Cada navidad la Anto le agrega un grado de complejidad al cuento que es difícil de entender a simple vista. Supongo que es una manera de notar cómo ha crecido y cómo lentamente año a año se integra más al orden social, con todos los estereotipos que ello conlleva. Igual es algo rico de disfrutar, porque ahí es donde te das cuenta de que los niños son realmente tablas rasas a nivel de estereotipos sociales.
Entonces vamos con las cosas superfluas, las que a ustedes les gusta leer y a mi me gusta contar:
Las aventuras navideñas de la Antonia y su mamá.
1.- El regalo prometido.
Todos los niños piden una docena de cosas para navidad. La Antonia no es indiferente a eso y pide -literalmente -TODO lo que ve en la tele, en el orden que se lo presentan y a veces hasta tomándose la molestia de recitarte el anuncio completo. Es así como llegamos al "qué le pediste al viejito pascuero para navidad, Antonia? -un Conejito Milky, sólo en Falabella". Así, tal cual, con todo y marca. Parece fácil, cierto? No lo fue. Ni fácil ni barato. La mamá de la Antonia, en su afán de ayudar al viejo pascuero, lo primero que hizo fue... meterse a internet. Y qué creen? Ni rastro del conejito. Pasaban los días, las semanas, y yo le preguntaba a la Antonia qué le había pedido al viejo pascuero, con la secreta esperanza de que la cabra chica cambiara la lista. Pero en lugar de eso... agregaba cosas.
-El conejito Milky, un monopatín -sin motor porque todavía soy una niña, y un "lilolos petshot". -Ésa es la lista definitiva. Ahora podemos desglosar el "lilolos petshot" como: un perrito cantor y la lagartija que hace así (y la Antonia saca la lengua). El perrito cantor está bien... pero la lagartija, que en verdad es un Camaleón APARECE 3 SEGUNDOS EN EL COMERCIAL. Así que esa.. algún día.
Pero volvamos al Conejito Milky. Y a su sorpresiva inexistencia. Se convirtió de a poco en el "turboman" de mi rutina navideña, incluso llegué a hacer un llamado público en el lugas más concurrido que conocía: facebook. El cual fue por suerte atendido por la Kono, que en una de esas googleadas buena onda para saber cómo era el juguete, descubrió que estaban al borde de la extinción. Luego de las correspondientes chuchadas al conejito, al viejo pascuero, a falabella y al universo comenzó la búsqueda en serio... con una seguidilla de mails a mi mamá:
"Mamá! necesito tu ayuda, me dijeron que en el parque arauco quedan conejitos milky, compramelo porfa, ya que son tus barrios!! T_T Se ha convertido en la princesa celestia del 2012.-"
"Javiera : Esta critico el cuento del conejito, sólo quedan en en Arauco Maipú y en Melipilla aca en santiago .
En el Arauco Maipu quedan 50 y en melipilla 10
No pude ubicar a tu padre pa ir a comprarlo hoy así si quieres lo llamas y le pides que me llame."
"ya llamé a mi papá :)
Gracias, mami, eres la más jugada!"
A veces es la más pesada y cuando anda con la wea se preocupa de cruzar fronteras para que todos nos veamos afectados, pero de que es la más jugada, es la más jugada :).
2.- Mamá, el árbol no tiene estrella.
Como todos pueden suponer la principal motivación para armar el árbol de pascua es la Antonia. Sí, amo la navidad, pero soy REALMENTE floja. Sin embargo ahí está, armado, bonito y... sin estrella (hasta hace poco).
Entonces llegó el comité evaluador de una sola persona, inspeccionó el árbol de arriba a abajo, luces prendidas y apagadas, pensó un poco y dijo:
- Mamá, no tiene estrella. No está completo. Y no quiero que tenga adornos amarillos, sólo rojos. y el pesebre? -A lo que bajé la cabeza y me sometí a las exigencias de mi evaluadora. Sustituimos el rosetón rojo que puse en la punta por una estrella amablemente donada por mi tía que, con sus cables blancos a la vista, que requieren ADEMÁS un alargador, y sus colores que te recuerdan a esas imágenes religiosas con aureolas de neón que venden en estación central desentona TANTO que la Antonia LO AMA. Saqué casi todos los adornos dorados y sólo dejé unas campanas que la Antonia quiso poner juntas en una misma rama. Y bueno, saqué los monos del pesebre y se los entregué. Ella los dispuso IGUAL que en la caja con ciertos invitados sopresa para que no se viera muy pobre la cosa. Ya saben, unas 4 vacas más, cientos de caballos, la princesa celestia y unos dinosaurios locos que se quedaron por ahí. Ah! y muchos perros!.
3.- Es navidad hoy?
Los niños no tienen nuestra noción del tiempo, porque aún no saben medirlo. Si yo le digo a la Antonia que navidad fue ayer, y le muestro un calendario y le digo que es 28 de diciembre, ella no tendría por qué no creerme. Pero ahora que se le ha inculcado el cuento de la FIESTA navideña. Ella lo espera. De todos modos cada vez que prende la tele es: "mamá quiero esto... quiero dos, uno para tí y otro para mí" -Ya, hija, en navidad "es ahora?" no... "y ahora?".
4.- Si el viejito pascuero no me lo trae, no importa. Se lo pido a mi papá.
Y ahí me caga.
5.- El secreto a voces.
Aunque no lo parezca, en mi familia estamos todos grandes, y hablamos de la navidad y los regalos sin el misticismo clásico. El problema es cuando lo hacemos frente a la Antonia. Y a mí me pasa a cada rato!
Mi papá: Y encontraste el conejito?
Yo: sipo, si mi mamá lo compró, pero hay que revisarlo, ponerle las pilas y....-me doy cuenta de que la Antonia está al lado mío, atenta escuchando -pero eso lo tiene que hacer el viejo pascuero, o sea yo ya me reuní con él para hablarle acerca de la Antonia... Y no importa cuánto hable. Mis papás me retan, como si ellos nunca se hubieran equivocado (lindos), y la Antonia no me dice nada. Y eso me da pánico.
Y de momento eso es la navidad para mí, un montón de aventurillas domésticas y diminutas que te hacen reflexionar acerca de muchísimas cosas. Incluso redescubrirse un poco también en esto de las intenciones. De lo que pasa y lo que va a pasar, como dije, en este año que fue particularmente intenso.